Uso de loratadina en infección por SARS-COV2
Dr. Raúl Dorbeker Azcona
Pediatra, subespecialista en Alergia e Inmunología Clínica Pediátrica
Jefe servicio Inmunoalergias, Hospital Juárez Centro
Resumen
En diciembre de 2019 empezaron a presentarse casos de neumonías atípicas en la ciudad de Wuhan, China. Posteriormente se pudo aislar el agente causal, siendo el SARS-CoV2 causante de la nueva Covid-19, la cual se extendió a todo el mundo y actualmente es considerada la mayor emergencia sanitaria de los tiempos modernos. La Covid-19 ha causado millones de casos y fallecimientos a nivel mundial. Al tratarse de una enfermedad “nueva”, no se dispone de un tratamiento altamente específico para combatirla. Se han probado múltiples fármacos, tanto nuevos como viejos, con diferentes resultados. Recientemente ha habido cierta evidencia científica de que el uso de antihistamínicos, entre ellos loratadina, puede ser útil en el manejo de algunos casos de Covid-19.
Palabras clave: Covid-19, SARS-CoV2, loratadina
Abstract
In December 2019, cases of atypical pneumonia in the city of Wuhan, China, were reported. Subsequently, the causal agent could be isolated, with SARS-CoV2 as the cause of the new Covid-19, which spread throughout the world and is currently considered the greatest health emergency in modern times. Covid-19 has caused millions of cases and deaths globally. As it is a "new" disease, there is no highly specific treatment available for it. Multiple drugs, both new and old, have been tried with varying results. There has recently been some scientific evidence that the use of antihistamines, including loratadine, may be helpful in managing some cases of COVID-19.
Keywords: Covid-19, SARS-CoV2, loratadine
Introducción
En diciembre de 2019 se identificaron varios casos de neumonía viral causados por un β-coronavirus en personas expuestas a un mercado mayorista de mariscos y animales húmedos en Wuhan, Hubei, China. Después de realizar la secuenciación de ácidos nucleicos mediante el uso de PCR de transcripción inversa en tiempo real en células epiteliales del tracto respiratorio inferior de cuatro pacientes diagnosticados con neumonía de causa desconocida en el Hospital de Beijing, se descubrió un nuevo β-coronavirus llamado 2019-nCoV que después se nombró SARS-CoV-2.1 El brote se extendió rápidamente en número de casos y en diferentes regiones de China durante los meses de enero y febrero de 2020. La enfermedad, ahora conocida como Covid-19 (del inglés Coronavirus disease–2019), continuó propagándose a otros países asiáticos y luego a otros continentes y, finalmente, al resto del mundo. El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la ocurrencia de la pandemia de Covid-19, en lo que parece ser la mayor emergencia en la salud pública mundial de los tiempos modernos.2
A nivel mundial, hasta el 15 de septiembre de 2022 ha habido 610,501,969 contagiados y 6,520,810 de fallecimientos. En México ha habido 7,059,936 casos, con un total de 329,767 defunciones.3
Los síntomas por infección del SARS-CoV2 son similares a los de un catarro común (fiebre, mialgias, artralgias, odinofagia, epifora, cefalea, tos), pero en algunos pacientes puede evolucionar a neumonía, tormenta de citocinas y un proceso inflamatorio sistémico que puede llevar a la muerte. Las formas más frecuentes de presentación de la Covid19 son las asintomáticas o leves-moderadas (81%). Sin embargo, el 19% restante evoluciona a formas graves-críticas (14% graves y 5% críticas).4
Estructura del SARS-CoV2
Los coronavirus constituyen una familia de virus ARN, monocatenario y de cadena positiva, envueltos. Desde 1968 se les denomina así por la morfología en «corona» observada en la microscopia electrónica. Pertenecen a la familia Coronaviridae, subfamilia Orthocoronaviridae, dentro del orden de los Nidovirales. La subfamilia se clasifica en cuatro géneros: alfa, beta, gamma y delta, siendo los primeros dos los que infectan al humano. Se han descrito siete coronavirus que causan enfermedad en humanos: 229-E (α-CoV), NL63 (α-CoV), OC43 (β-CoV), HKU1 (β-CoV), MERS-CoV (β-CoV), SARS-CoV (β-CoV) y el séptimo miembro es el recién descubierto SARS-CoV-2 (β-CoV).5
El SARS-CoV-2 es un virus envuelto, con un diámetro de aproximadamente 60-140 nm, cuya forma puede ser esférica, elíptica o pleomórfica. El genoma viral tiene aproximadamente 27-32 kb3 y codifica proteínas estructurales y no estructurales; por su importancia, las primeras se describen a continuación (fig. 1).5
- Espícula (proteína S): se proyecta a través de la envoltura viral y forma las espículas de la corona; se encuentra glucosilada y es la encargada de mediar la unión del receptor, así como su fusión con la célula del huésped.
- Proteína de membrana (M): posee dos extremos, un dominio N-terminal corto que se proyecta en la superficie externa de la envoltura y un extremo C-terminal largo interno; juega un papel importante en el ensamblaje del virus.
- Proteína de la nucleocápside (N): se asocia con el genoma de ARN para formar la nucleocápside; se piensa que puede estar involucrada en la regulación de la síntesis del ARN e interactúa con la proteína M al momento de la replicación viral.
- Proteína de la envoltura (E): es una proteína que funciona como porina, formando canales iónicos y se desconoce su función específica; sin embargo, en el virus SARS-CoV esta proteína participa en el ensamblaje del virus.5
Fisiopatología del SARS-CoV2
Como sucede en general con los coronavirus, la infección viral inicia con la unión del virión a la célula huésped mediante la interacción de la proteína S y su receptor. Se conoce que el SARS-CoV y posiblemente el SARS-CoV-2 utilizan la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA II) como su receptor, mientras que MERS-CoV se une al dipeptidil-peptidasa 4 (DPP4) para ingresar a las células humanas.6 Después de la unión al receptor, el virus tiene acceso al citosol de la célula huésped, una proteasa que permite la fusión de la membrana viral y celular. Una serie de divisiones en la proteína S permite la formación y liberación del genoma viral al citoplasma.6
El siguiente paso después de infectar las células del huésped es la replicación de las proteínas virales, la cual comienza con la traducción del ARN genómico del virión. Los coronavirus codifican dos o tres proteasas tipo papaína (PLpro), las cuales se ensamblan en el complejo replicasa-transcriptasa (RTC) para crear un entorno adecuado para la síntesis de ARN. Además de las funciones de replicación, se ha identificado que bloquean la respuesta inmunitaria innata. La mayoría de los coronavirus codifica dos PLpros, excepto los γ-coronavirus, SARS-CoV y MERSCoV, que sólo expresan un solo PLpro. 6
El siguiente paso es la replicación y transcripción. La etapa de replicación más importante es cuando se fusionan los segmentos de secuencias reguladoras transcripcionales (SRT) durante la producción de ARN subgenómico. Por último, los coronavirus son conocidos por su capacidad de recombinarse; esta capacidad está ligada al cambio de cadena de la ARN-polimerasa. La recombinación tiene un papel destacado en la evolución viral y la patogenicidad de la infección. 6
Después de la replicación y la síntesis de ARN subgenómico, las proteínas estructurales virales S, E y M se traducen y se insertan en el retículo endoplásmico de las células del huésped. Estas proteínas se desplazan al aparato de Golgi, donde se envuelven en la membrana y forman viriones maduros. La proteína M y E median la mayoría de las interacciones necesarias para el ensamblaje del coronavirus. Se cree que estas dos proteínas funcionan juntas para producir la envoltura viral y la incorporación de los viriones. Después del ensamblaje, los viriones son transportados a la superficie celular en vesículas y liberados por exocitosis. Se ha descrito que SARS-CoV-2 utiliza el mismo receptor de entrada celular que el SARS-CoV. Infecta principalmente las células epiteliales del tracto respiratorio inferior mediante el receptor de la enzima convertidora de angiotensina II (ECA II). Además, tiene la capacidad de ingresar en los macrófagos y células dendríticas, provocando la liberación de citocinas proinflamatorias que contribuyen a la enfermedad.6
Papel de los antihistamínicos en la infección por SARS-CoV2
Si bien no existe un tratamiento específico para la infección por SARS-CoV2, se han investigado una gran cantidad de fármacos con diversos resultados, pero al tratarse de una enfermedad que generalmente causa síntomas leves o nulos, el tratamiento es básicamente de soporte. Unos de los fármacos que se han investigado para la infección por SARS-CoV2, por su potencial efecto en la fisiopatología de la infección, son los antihistamínicos. La histamina desempeña un papel fundamental en la modulación de la inflamación, produciendo libración de citocinas, entre otras acciones. Por lo tanto, el uso de medicamentos antihistamínicos podría resultar útil para la prevención de la tormenta de citocinas,7 añadiendo además cierto efecto antiviral, probablemente por su unión a la ECA-2 y al receptor sigma-1, lo que bloquearía la entrada del virus a las células.8,9Así, varios estudios tanto in vitro como in vivo han demostrado los efectos beneficiosos en el tratamiento y en la progresión de la enfermedad y una menor incidencia de positividad para el SARS-CoV-2, tanto para los anti-H1 como los anti-H2, y en combinación.10-11 Los resultados son prometedores, sin embargo, se requieren nuevos estudios que posicionen el papel de los antihistamínicos en fases iniciales de la Covid-19, incluso como posible medida preventiva de contagio a nivel comunitario.
Loratadina y SARS-CoV2
Loratadina es un fármaco que lleva muchos años en el mercado. Ha demostrado ser segura y eficaz, con propiedades antiinflamatorias y muy usada tanto en niños como adultos. Se trata de un antihistamínico de segunda generación, el cual carece de efectos neurológicos y cardiovasculares, lo cual lo hace muy seguro y con muy pocos efectos adversos. Loratadina bloquea la inflamación y broncoconstricción provocada por la liberación de histamina por los mastocitos. Recientemente también se han demostrado efectos inhibitorios y antiinflamatorios en epitelio respiratorio causado por rinovirus, haciendo de loratadina un candidato para el manejo de exacerbaciones asmáticas causadas por virus. Si bien hay pocos estudios realizados en pacientes contagiados por SARS-CoV2 sobre el uso de loratadina, en los estudios publicados se ha demostrado su utilidad. En un estudio realzado in vitro por Hou et al. se demostró que loratadina disminuye la tasa de infección celular por SARS-CoV2. Además, se encontró que loratadina se une al receptor ECA-2 impidiendo el acoplamiento viral y proporcionando un efecto antiviral, al menos experimentalmente.11
Conclusiones
La infección por SARS-CoV2 ha provocado una de las grandes pandemias en la historia de la humanidad y, sin duda, la más grave en la historia reciente. Esto ocasionó que a nivel mundial se empezaran a buscar a toda velocidad tratamientos con nuevos y viejos fármacos, además de la búsqueda e implementación de vacunas. Afortunadamente, el avance de la ciencia ha permitido que gran parte de la población sea inmunizada con resultados adecuados. Asimismo, a pesar de que gran parte de los pacientes con SARS-CoV2 presenta síntomas leves o son asintomáticos, es importante encontrar diferentes terapias para su manejo. Los antihistamínicos han demostrado que pueden ser una opción terapéutica para combatir la infección por SARS-CoV2 y, de ellos, loratadina puede ser un fármaco de gran utilidad, no solo en el manejo agudo, sino también de forma preventiva. Sin embargo, se requieren más estudios para poder conocer mejor el papel de loratadina y los antihistamínicos en la infección por SARS-CoV2.
Referencias
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